martes, 23 de marzo de 2021

De la ficción a la realidad.



 Nada me parece más tonto que referenciar la vida con una película. 

Siento que tengo claro lo que es ficción de la realidad, amo el genero ficción en el cine es sin duda mi genero favorito y me interesa aun más si esa ficción tiene base en alguna teoría planteada por científicos; digamos que se juega con la probabilidad. 


Navegando en Internet me encontré con la desagradable realidad, sí, gente que para fundamentar cualquier explicación se basan en películas: 

Frases como "Vivimos en la Matrix", es que los políticos viven en "el juego de Tronos" y un largo etc. 


¿Se nos termino la imaginación?

No quiero alarmar a nadie, pero sí. 

Los seres humanos necesitamos referenciar lo que pensamos con ejemplos, de esa forma  hacemos nuestros relatos más creíbles. 

Los niños tienen una tendencia natural a utilizar el pensamiento lateral, aunque poco a poco la van perdiendo para reemplazarla por mecanismos premeditados propios de la cultura a la que pertenecen. 

Por lo tanto, para desarrollar esta habilidad que se bloquea con la edad, es necesario aprender a cuestionar todas nuestras certezas, a desestructurar todo que lo creemos conocer a la perfección, para encontrar nuevos caminos, posibilidades que jamás hayan pasado por nuestra imaginación.

Son los niños, el ejemplo de que se puede explicar algo sin recurrir a una película, porque los niños se esfuerzan por plantear lo que imaginan a partir de los pocos elementos que conocen; en algún momento cuando nos volvemos adultos, esa capacidad se adormece y pasamos a utilizar la imaginación de otros para sustentar nuestros pensamientos. 

Muchos videos en Youtube están basados en películas, análisis, simulación, critica, todo lo que se te ocurra se deriva de las películas... se deriva de la imaginación de otros.  

¿Es malo?, en la medida que no utilizamos nuestros cerebro para genera respuestas, sí es malo; retomar, la escritura, la imaginación personal como referente, los seres humanos avanzamos como grupo, sino solo somos una manada siguiendo al pastor y nada más que eso. 


sábado, 13 de febrero de 2021

Autocensurada.-

 "Me siento más cómoda en mis silencios que expresándome."  Alba Jiménez

Soy una maestra, hablar es lo mío, pero cuando estoy con mis cuatro hijas a la mesa, comiendo algo y ellas hablan, yo simplemente escucho, aprendí a la mala que cada vez que opinaba, yo estaba equivocada, era una retrograda y que mis comentarios les generaban risas de complicidad y burla. 


No fue fácil al principio; opinar y decir lo que sé, me gusta,  he leído mucho, veo muchos documentales, aprendo constantemente, me renuevo en ideas de manera que sentía que hacía bien aportando ideas, brindando mi opinión, he viajado a otros paises, conozco otras culturas, he vivido muchas cosas que mis hijas no tienen ni idea de manera que lo que puedo aportar (desde mi punto de vista) era  valioso... Resulto que no, yo era todo lo que estaba mal, "cancelada" me decían cuando hacía un chiste o una ironía. 


Me gusta escucharlas, las conozco mejor cuando escucho que cuando interactúo, me di cuenta que no necesitaban mi opinión para tener una hermosa reunión, que con que yo sonría basta, a ninguna de ellas salvo la más chiquita quieren saber si coincido, ellas son "sabias en su propio conocimiento" y recuerdo que de pequeña fui muy callada, nunca callé a mi madre por muy equivocado que fuera su punto de vista desde mi perspectiva, fui prudente, así me veía;  (por ahí debería hacerme evaluar, algunos patrones del espectro autista tengo), pero caí en la cuenta que estar callada y en silencio es maravilloso para establecer quién es quién, puedes observar quién se impone, quién sabe establecer puntos y argumentos, quién respeta la opinión del otro, en fin que siempre se aprende. 


Ahora sé como serán sus charlas cuando yo no esté en este plano físico, serán iguales que ahora, porque yo estaré siempre inexistente. 


No me afecta como para estar resentida, esas cuatro personas son mi creación, estoy conforme es lo que moldee en el tiempo y en las vivencias. Me llamo a la autocensura donde vivo en paz, sin tratar de establecer mis puntos de vista qué cada vez a mis allegados les importan menos. Amo ser docente, en las aulas, en mis clases mi opinión y lo que he aprendido sigue valiendo, ahí me reivindico.