
Cuando tenia 25 años recien graduada de la Universidad y con todas las imprudencias propias de la juventud me caracterizaba por hablar rápido, tan rápido que mi mejor amiga se atrevió a decirme que disminuyera la velocidad al hablar porque no se me entendía nada... si tan solo fuera la velocidad el problema... pero no, el problema no es la velocidad al hablar si no que cuando hablas rápido piensas lento o definitivamente no piensas... han pasado dos décadas de aquella veinteañera de lengua veloz, y los años me disminuyeron la velocidad y descubro que con cada año ganado, hablo más lento, con pausas y la mente se volvió veloz y la lengua parsimoniosa.
Pululan en internet millones de frases donde se insiste en decir todo lo que pienses y que no te importen las consecuencias, pero Yo, paso de esos consejos, a mí sí me importa lo que sale de mi boca, a mí sí me importa que mis palabras dañen a quién las recibe, puede ser que en 20 años cambie de opinión pero en este momento particular de mi vida y con las experiencias logradas prefiero cada vez pensar rápido y hablar cada vez más lento.



